jueves, 28 de mayo de 2009

Una dichosísima palabra


Ya lleva seis años el programa televisivo conocido como La Dichosa Palabra. Su éxito se debe en parte a la gran cultura de sus cinco especialistas así como al humor tan inteligente y agradable que tanto los caracteriza. Podríamos decir en pocas palabras que nos encontramos frente a uno de los programas culturales más exitosos de toda la historia de la televisión pública.

Cada sábado uno puede encender la televisión y encontrar un espacio que se destaca por la festividad del lenguaje. Nicolás Alvarado, Pablo Boullosa, Germán Ortega, Laura García y Eduardo Casar, sus cinco conductores, hacen gala de sus vastos conocimientos. Nicolás se destaca por su gran cultura general, sus conocimientos sobre cine, televisión, así como todo tipo de Literatura que se le ponga enfrente (entre otras curiosidades, su enorme facilidad de palabra permite que su figura resalte poderosamente); Pablo es un hombre culto por naturaleza, un hombre interesado entre otras cosas por la buena poesía; Germán hace gala de sus conocimientos etimológicos y su dominio de la historia comparada de las religiones (que hasta donde sé, es también el título de una materia que imparte en la UNAM); Laura, cuya belleza acapara la atención de cualquiera, sabe explicar aspectos gramaticales del español; y finalmente, Eduardo, el humorista del grupo, apasiona al público con sus conocimientos sobre letras hispánicas (me comentan que da clases en la licenciatura del mismo nombre en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM).

Para muchos (no me incluyo) no todo es miel sobre hojuelas. Para algunas personas el programa mantiene un ritmo por demás catatónico. Los chistes que se cuentan resultan de una sencillez por demás simplona y a pesar de los esfuerzos de sus conductores, se mantiene un lenguaje por momentos demasiado local y especializado para el telespectador no ilustrado o inmerso en el mundo de las letras.

Dice Álvaro Cueva (y en eso concuerdo totalmente) que el programa tiene varias fallas en cuanto a producción. Debería haber una mejor coordinación entre conductores y productor para que no se quebrante por momentos el ritmo que se lleva.

Algunos televidentes comentan que de vez en cuando la información que se brinda es un tanto parcial. Por dar un ejemplo, se dice que en alguna de las innumerables emisiones se hablaba sobre el supuesto misterio de la Virgen de Guadalupe y que sólo se mencionó la versión que todos los creyentes querían escuchar y la versión alternativa que trata sobre la fabricación de una imagen religiosa para someter a los indígenas en los inicios del México colonial jamás se sugirió ni de broma.

Continuando con la crítica, me parece que cuando se pregunta a los conductores sobre algún tema científico, a pesar del esfuerzo que éstos realizan, el tema tratado termina siendo aún más confuso de lo que era antes. Un ejemplo de esto es cuando un televidente preguntó sobre el significado de la palabra supernova.

Aún así, dejemos de lado estos detalles que pueden corregirse con más esfuerzo por parte de todo el equipo que forma parte del programa. Disfrutemos de un espacio televisivo que invita al público a la discusión, al comentario, pero sobre todo, a la lectura: un tema que hace falta cultivar en todos los mexicanos.