viernes, 21 de agosto de 2009

Cómo no divulgar la ciencia: el caso de Rodolfo Garrido.


La labor dentro de la divulgación de la ciencia requiere un buen entrenamiento. Es necesario conocer al menos una disciplina científica con la suficiente profundidad. El dominio básico de algunas de las técnicas periodísticas (prensa escrita, por ejemplo) es indispensable para poder comunicar al público de una manera efectiva el quehacer científico. Estos son al menos algunos de los requisitos básicos para poder aspirar a ser un buen comunicador.

En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) existe un diplomado en divulgación de la ciencia que ha tenido mucho éxito. Nunca lo he cursado, pero seguramente enseñen que un futuro divulgador científico debe leer las fuentes originales en cuanto a información científica se refiere (leer directamente los artículos originales publicados en las revistas especializadas). Otra de las cosas que seguramente han de enseñar es que un divulgador debe entender las limitaciones de la disciplina que comunica a su público, así como saber distinguir los conceptos científicos de los que no lo son.

Me han contado que en el diplomado se leen textos de divulgadores científicos famosos para conocer la manera adecuada para comunicar al público la ciencia. Asimismo, se consideran textos en los cuales se comunica de una manera pobre o poco adecuada la labor científica para que los futuros divulgadores sepan cómo no divulgarla. Con respecto a lo anterior, una posible recomendación para los encargados de dicho diplomado sería revisar los textos y espacios radiofónicos en que participa el ingeniero Rodolfo Garrido.

Garrido mantiene un programa radiofónico titulado Fronteras del Conocimiento. En este espacio su conductor ofrece al público las últimas noticias científicas referentes a las más variadas disciplinas (Biología, Química, Física, Astronomía, etc.). A su vez se ofrecen entrevistas con científicos sobre algún tema en particular. Hasta aquí todo parecería ser miel sobre hojuelas.

Uno de los principales problemas es que Garrido no consulta las fuentes originales (los artículos científicos originales conocidos como papers), sino que accede directamente a las notas periodísticas resumidas por vaya a saber qué periodista. Si quien escribió la nota entendió mal el artículo original, el ingeniero y conductor del mencionado programa divulgará directamente la información con los errores de la fuente secundaria. Otro de los problemas es que para divulgar, por ejemplo, los últimos avances en Biología, el conductor no posee las credenciales necesarias: eso de intentar divulgar absolutamente toda la ciencia trae irremediablemente el problema de dar a conocer al público información parcialmente errónea debido a la falta de comprensión de quien divulga. En ese sentido, Garrido falla como divulgador: no intenta dar a conocer al público cómo funciona la ciencia o informar a su auditorio que hay muchas ideas pseudocientíficas que son un verdadero peligro.

El último punto anterior se explica bien: el señor Garrido trabaja para Jaime Maussán. La gente de ciencias considera abiertamente que este último señor trabaja con información pseudocientífica. Si realmente deseara convencer a la comunidad científica, sus trabajos deberían ofrecerse a revistas científicas especializadas para su revisión, discusión y aceptación o rechazo. Esto no ocurre. Las supuestas evidencias de visitas extraterrestres se transmiten en espacios televisivos comerciales que desean obtener mucho raiting. Así no podemos aceptar nada: los casos presentados de OVNIs se ven muy sospechosos y generan todo tipo de dudas. Bien sabe el ingeniero que si denunciara a los traficantes de la información pseudocientífica tendría que denunciar al propio Maussán.

En el programa de Los Grandes Misterios del Tercer Milenio, Garrido regularmente presenta reportajes sobre ciencia. El formato en el que éstos se presentan también deja mucho que desear. Hablar sobre astronomía requiere que un divulgador brinde la información de una manera breve y substanciosa, con palabras sencillas sin revolver la información. El error de Garrido es hablar sobre ciencia intentando utilizar un lenguaje maquillado que pretende ser poético sin conseguirlo. Aunado a este error, mezclar conceptos científicos con temas pseudocientíficos como las Profecías Mayas termina con toda esperanza de obtener un buen reportaje de corte científico.

Divulgar la ciencia requiere de talento y algo de maña. No tener las nociones precisas para llevar a cabo tan loable labor condena a la ciencia y al propio divulgador a una pobre o nula comprensión de la información por parte del público no especializado.