jueves, 26 de febrero de 2009

Fuerza Vital Cósmica


Imagine usted, estimado lector, que fuera un científico que tiene un doctorado, digamos, en ciencias biológicas. Esperaré un segundo. Listo, ahora que se ha concentrado, usted tiene su laboratorio en algún instituto de investigación de gran prestigio. Ahora bien, usted es considerado una autoridad mundial en el estudio de la química prebiótica y muchos de sus trabajos en revistas especializadas son un referente obligatorio. Su campo de acción se concentra en una actividad bastante extraña para los mismos científicos: la búsqueda de técnicas y experimentos que le permitan sintetizar vida; sí, así como lo escucha. Un día, usted descubre que ciertas condiciones prebióticas le han permitido crear la primera bacteria. Esto será una noticia de mucho interés. Usted defiende a capa y espada sus técnicas y metodologías y asegura que si los científicos crean ciertas condiciones prebióticas, conseguirán sintetizar vida microbiana sin ninguna dificultad. A continuación, diferentes grupos de investigadores a lo largo y ancho del mundo se disponen a reproducir su experimento y descubren algo bastante decepcionante: las condiciones señaladas no aportan mas que una serie de moléculas orgánicas y nula actividad microbiana. ¿Qué sucedió? Quizá el experimento original estuvo mal diseñado: un grupo de bacterias se filtró contaminando su material de laboratorio.

¿Qué podemos aprender de este caso ficticio? Pues en primer lugar, que el principio de autoridad de los científicos no debe ser el factor determinante para demostrar algo; y en segundo lugar, que la ciencia es una actividad colectiva y si alguien debe convencerse, es la comunidad científica y no un solo investigador por más títulos tenga. La ciencia exige comprobación y experimentación para funcionar y no los deseos y predisposiciones más profundas inherentes en el ser humano.

Una de las razones por las que la parapsicología, la ufología, la astrología, la homeopatía y una pléyade más de pseudociencias no tienen el respaldo de la comunidad científica, es precisamente por la carencia de evidencia sólida que confirme su validez. Muchos de los sujetos que hablan de platillos volantes, de fantasmas o de continentes perdidos, muestran sus supuestas pruebas en programas de variedades y no en congresos científicos. Si están tan seguros de lo que afirman, ¿por qué nunca se presentan ante la comunidad científica para exponer sus supuestas investigaciones? Pero su éxito sigue en aumento: mucha de la gente que les cree, realmente no tiene una cultura científica adecuada ni mucho menos un pensamiento metódico y escéptico rígido que les permitiera analizar con detalle las afirmaciones y los supuestos casos presentados.

Dentro del mundo de la ciencia, uno no se esperaría que sucedieran casos como éstos, mas la realidad es otra. Hay fraudes científicos bien estructurados que salen a la luz, mas cuando científicos de otros rincones del planeta reproducen los experimentos, el fraude aparece casi al instante. Sin embargo, en la ciencia también existen personas muy capacitadas y con una gran trayectoria que pueden apoyar las tesis más extravagantes; este es el caso con este libro y sus dos autores.

La propuesta central de este texto es simple: la vida abunda en todo el Universo; en especial, la vida microbiana. Las nebulosas, el polvo interestelar, los asteroides y meteoritos, son una cuna de millones y millones de bacterias y virus que pululan fácilmente en todo el vacío cósmico. Esta es en sí la visión de los autores, una visión que apoyan a lo largo de su libro en ciertas investigaciones que han realizado junto con otros colegas. Su objetivo es claro: convencer al público en general que día con día caen a la Tierra cientos y cientos de microorganismos y demostrar que sus pruebas son irrefutables, tachando (creo yo) al resto de la comunidad científica como necia y cerrada.

Lo que pretendo en este texto es ofrecer a los lectores una crítica a las principales pruebas que ofrecen los autores. No soy científico aún, sino un simple estudiante de ciencias que basándose en sus conocimientos, opina que las tesis de Hoyle y Wickramasinghe en este texto son tendenciosas en inclusive un tanto tramposas.

Lo primero que llama mi atención es que las referencias (a partir de la página 141) son en su mayor parte referencias a libros y artículos de Fred Hoyle haciendo referencia a cuestiones como el origen de los virus en el espacio. Asimismo, en la introducción, los autores señalan que gran parte de la comunidad científica se les había echado encima por sus afirmaciones un tanto fantasiosas, llegando al grado de aplicarles el argumento de la famosa Navaja de Ockham.

La primera propuesta en este librito es que toda muestra de polvo interestelar, tal y como entiendo a los autores, es indiscutiblemente una muestra de bacterias y virus. Este mismo polvo se presenta en todo el Universo. Asimismo, estos microorganismos disfrazados de polvo, llegan a nuestro planeta día con día, atravesando sin ninguna dificultad nuestra atmósfera; la fricción generada por esta masa de aire que rodea nuestro planeta cuando estos bichos entran tal parece que no causa ningún daño a éstos.

Ahora bien, hasta donde sé, no hay la más mínima prueba que confirme que el polvo interestelar posee una abundante cantidad de bacterias. El polvo que todos conocemos aquí en nuestro planeta es el que sí contiene este tipo de microorganismos. Hace poco, la astronave Stardust en su sobrevuelo por el cometa Wild 2, utilizando un conjunto de placas de aerogel (material que también se conoce como humo congelado) montadas sobre un brazo de dicha nave, logró recolectar gas y polvo. Los estudios de estas muestras nunca revelaron actividad microbiana. Este es uno de los experimentos más modernos que viene a refutar la tesis del polvo bacteriano interestelar, aunque hay muchos más. Con respecto a las bacterias que supuestamente entran a nuestra atmósfera día con día, pienso que la fricción atmosférica genera un calor de tal magnitud que eliminaría fácilmente a este tipo de microorganismos. Un problema es que me parece que los autores nunca trataron de apoyar su tesis con una argumentación más profunda sobre la posible existencia de esporas bacterianas que podrían llegar a nuestro planeta.

Otro de los argumentos que me dejó sumamente decepcionado, fue cuando los autores señalan que en cualquier lugar en donde se detecte material orgánico, es porque indiscutiblemente hay vida. Bueno, a mí me enseñaron en mi clase de Origen de la vida que en los experimentos de Miller se obtuvo material orgánico a partir de elementos y compuestos que consideramos inorgánicos y ese material no tenía muestra de microorganismos. Además, regresando a las muestras recogidas por la Stardust, la obtención de dos moléculas en el polvo recolectado, la metilamina y la etilamina, son evidencia de material orgánico y no la afluencia de eubacterias ni arqueas. Hay más pruebas en contra al respecto, mas esta información reciente me parece que contradice las tesis de los autores.

En el libro también se menciona que las bacterias y los virus que supuestamente habitan en los asteroides y cometas, son los responsables de las enfermedades que azotan a la humanidad. Se menciona que el virus del SIDA es un mal extraterrestre que cayó a nuestro planeta (creo que esta aseveración se une a los dos mitos clásicos sobre el origen de esta enfermedad: el castigo divino y el proyecto militar) Me resisto a creer todo esto por la sencilla razón de que los virus carecen de vida independiente y necesitan de un huésped para desarrollarse y reproducirse. El SIDA, hasta donde la investigación indica, es producto de un proceso evolutivo y no de un oscuro plan de control demográfico como muchos han sugerido. Con respecto a las bacterias que causan enfermedades a personas comunes y corrientes, se sabe que éstas difícilmente sobrevivirían al vacío y a la radiación ultravioleta (rayos UV) Si bien podrían existir procariotas que habitaran en el espacio, estos serían los extremófilos clásicos como las arquebacterias. Esto es algo que nunca mencionan los autores. Es posible (como se señala en el libro) que existan microorganismos que tengan mecanismos de regulación al por mayor para evitar serias mutaciones y así poder sobrevivir; sin embargo, ese no es el caso de los microbios que afectan a los humanos. La idea de que cualquier bacteria que causa enfermedades en los humanos provenga de un ambiente con tanta radiación UV como el espacio exterior, me genera muchas dudas por cuanto en los hospitales la esterilización mediante la radiación es bastante efectiva para eliminar estos organismos.

Otra de las cosas que me llama la atención de este texto es una interesante crítica a las teorías de Oparin. Asimismo, el lector se encuentra con una imparcialidad apabullante cuando Hoyle critica con fervor tanto la teoría del Big-Bang como su propia teoría del estado fijo o estacionario. Mas esa imparcialidad se pierde cuando después de exponer sus supuestas pruebas, los autores caen en el aquel de que yo solo tengo la razón; si no me creen, allá ustedes, pero las pruebas son irrefutables. Esta argumentación que acompaña gran parte del libro, desgraciadamente se asemeja mucho a la de los charlatanes que criticaba con antelación. La ciencia no es la verdad absoluta, mas funciona muy bien y ha mejorado nuestra calidad de vida. Si no es una democracia, al menos se asemeja mucho a ésta en cuanto al papel de la comunidad científica para demostrar algo. No porque el gran Fred Hoyle llegue y argumente con total contundencia algo, esto será un hecho. Tiene que pasar por un control de calidad representado en la misma comunidad científica. Mientras se generen más evidencias que refuten las tesis de los autores, considero que las hipótesis expuestas en este librito podrán ser desechadas, aunque habrán servido a la ciencia para ver cuál es el camino que no se debe tomar a la hora de tratar de arrancarle a la naturaleza sus secretos.


Publicado originalmente en El Sitio de Ciencia-ficción.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Reconsiderando la divulgación de la ciencia


Hay dos opciones para todo aquel estudiante que se desee dedicar a la ciencia: la investigación y la divulgación. La investigación consiste en hacer preguntas a la naturaleza, establecer una metodología científica a seguir, confirmar los nuevos descubrimientos con la evidencia que hay y finalmente publicar un artículo (conocido técnicamente como paper) en alguna revista especializada. A diferencia de esto, la divulgación implica el manejo efectivo de los temas científicos que van apareciendo, la habilidad para transmitir la información en algún medio de comunicación (por ejemplo, prensa escrita) y un gran gusto por contagiar al público el quehacer de la ciencia. Hasta aquí todo suena muy sencillo y tal parece que estas dos actividades conviven sin mayor conflicto... Desgraciadamente no sucede así.

El principal problema viene del aparente repudio de muchos investigadores y estudiantes hacia la divulgación y hacia los mismos divulgadores. Si bien los primeros admiten que es necesario comunicar al público sus descubrimientos, desgraciadamente no cuentan en la mayoría de los casos con las herramientas y el talento necesarios para llevar a cabo tan loable labor. Asimismo, quienes le entran a la divulgación y le encuentran el gusto, a veces descuidan su investigación al grado de terminar dedicándose a la divulgación de la ciencia por completo. Ejemplos clásicos: Carl Sagan e Isaac Asimov.

Aunque me parece que no siempre hay que ser tan duros: la investigación requiere en ocasiones mucha dedicación. Los científicos no son sujetos que se la pasan toda la madrugada rodeados de matraces y tubos de ensayo con sustancias extrañas y exóticas; no son sujetos sin vida social y sin pareja que desperdician su vida, sino seres humanos de carne y hueso que sienten, lloran, aman, tienen familias, etc. En este sentido, su investigación es su trabajo y su medio de subsistir. Se les evalúa basándose en el número de artículos publicados en las revistas arbitradas y si este número decrece, la sospecha de quienes los evalúan aparecerá de manera bastante incómoda. Así pues, su trabajo es hacer investigación y no les queda de otra: si llegan a escribir algún artículo de divulgación, este aparecerá esporádicamente y no representará más que un orgullo para quien lo escribió. Esto sucede debido a que en nuestro país (y en muchos otros) a estos investigadores nunca se les evaluará en función de los artículos de divulgación que publiquen.

Quizás este sea el motivo por el que se desprecia a la divulgación. En las facultades donde se forma a los futuros científicos la divulgación de la ciencia está muy mal vista. Toda persona que quiera dedicarse o ya esté trabajando en este medio se le considera una especie de inadaptado que nunca pudo conseguir trabajo en algún laboratorio. Se cree que la ciencia sólo requiere de investigadores que lleguen a una formación plena, que hagan doctorados y que manejen alguna línea de investigación más que interesante. Ideas como éstas abundan en lugares como la Facultad de Ciencias de la UNAM y es necesario empezar a cambiarlas. Quien se expresa de esta manera está olvidando que la ciencia es una actividad creativa humana que debe ser informada al resto del público; quien expresa esta opinión condena a la misma ciencia a convertirse en lo que Sagan llamaba un sacerdocio cerrado, muy difícil y arcano, de difícil comprensión para el ciudadano promedio. Sin la divulgación de la ciencia, se condena a la sociedad a ser víctima de charlatanes y creencias sin fundamento. Pero sobre todo, se condena a la misma ciencia a permanecer en una torre de marfil en donde sólo quien se dedique a ella es digno de adquirir y manejar el conocimiento.

Por eso hay que salir en defensa de los divulgadores de la ciencia. Es necesario que un gran porcentaje de los alumnos de alguna carrera científica opte por este camino. Los divulgadores son especialistas y a su vez científicos que sólo tienen un laboratorio: su memoria y su creatividad para comunicar a la sociedad los nuevos descubrimientos. Aunque tampoco hay que exagerar y proclamar que necesitamos solamente divulgadores: si esto sucede llegará el día en que éstos no tengan qué comunicar al público.

Las propuestas son sencillas: que el comité que evalúa a los investigadores tome en cuenta y exija a éstos no sólo cierto número de artículos especializados, sino también un número adecuado de artículos de divulgación y que se empiece a generar conciencia en los futuros científicos sobre la importancia de la divulgación y los divulgadores. Quizás de esta manera se pueda convencer al público que la ciencia es una herramienta que genera conocimiento confiable y de acceso para todos.

miércoles, 28 de enero de 2009

Una teoría de los equilibrios puntuados


Es posible encontrar teorías evolutivas alternas al llamado Neodarwinismo que vienen a generar toda una serie de discusiones y polémicas que alborotan a más de un evolucionista. En este sentido, la Teoría de los equilibrios puntuados viene a ser una explicación sólo parcialmente aceptada.

Todo comienza con una frase originalmente enunciada por Linneo y que cautivaría poderosamente a Darwin: Natura non facit saltum. Ya había una tradición a favor de que algunos seres vivos generan nuevos organismos mediante cambios bruscos o saltos. Linneo y Darwin rechazan esta postura saltacionista y este último dedica en El Origen de las Especies algunos comentarios.

En el libro mencionado, Darwin menciona algunos autores prácticamente desconocidos que apoyan los cambios repentinos en las especies. El argumento contundente que rechaza estas ideas es la imperfección del registro fósil. No es que las especies hayan cambiado bruscamente a través del tiempo, sino que las reservas geológicas de organismos que existieron en el pasado no son una muestra fiel de todas las formas de vida que han existido.

Gente como Richard Goldschmidt, a pesar de las críticas, mantuvo sus ideas saltacionistas toda su vida, aunque nunca pudo amparar con la menor evidencia sus hipótesis sobre las altas tasas de especiación en los organismos en parte a que no contaba para su época con evidencia genética a su favor.

Hubo durante años gran cantidad de oponentes al Neodarwinismo, desde el abogado gritón y grosero de Leon Croizat con su interesante y a veces eficiente Panbiogeografía, hasta los mutacionistas y neolamarckistas que deseaban imponer sus opiniones. No fue hasta que llegó La Teoría de los Equilibrios Puntuados que la verdadera discusión se disparó.

En 1972, en la revista Models in Paleobiology, Niles Eldredge y Stephen Jay Gould venían a publicar una teoría cuyo marco teórico estaba fuertemente amparado en la evidencia fósil. La comunidad científica no dudó en entrar al debate.

La teoría en sí postula que las especies están sometidas a largos periodos de estasis (ausencia de modificaciones en periodos de tiempo largos) en donde éstas no sufren cambios aparentes en sus fenotipos (su apariencia externa). Sin embargo, existen altas tasas de mutación y especiación que en ciertos momentos vendrán a producir nuevas especies muy diferenciadas de sus ancestros; estos cambios vendrán acompañados nuevamente de otros largos periodos de estasis.

Gould y Eldredge basan sus observaciones en la disponibilidad del registro fósil. Según ellos, no existen especies intermedias. Asimismo, el mencionado registro no posee huecos y muestra de manera contundente como los equilibrios puntuados (breves periodos en donde hay altas tasas de especiación dentro de la estasis) han actuado a lo largo de la vida en la historia de la Tierra.

Un punto fuerte de su teoría es que en la filogenia (historia evolutiva y de parentesco) de los organismos es posible detectar la anagénesis (cambios en las filogenias que la mayoría de los evolucionistas señalan que no es posible observar). El proceso evolutivo, dicen estos autores, no es gradual, sino un tanto irregular. Los cambios en las especies varían en función de factores intrínsecos y extrínsecos.

Otro punto debatible son las tendencias evolutivas y los distintos sesgos en periodos de vida de los organismos. Los equilibrios puntuados explican los procesos microevolutivos (a nivel de genes, individuos y poblaciones) y por tanto los macroevolutivos (a nivel de especies).

Los autores han sido acusados de saltacionistas. Sin embargo, ellos mismos declararon en su momento que también eran gradualistas, aunque opinan que este gradualismo que apoyaban no tiene por qué ser constante.

Richard Dawkins ha sido uno de los activistas pro-Darwin más importantes. En el libro El Relojero Ciego, Dawkins apoya el gradualismo manejado por Gould, pero cuestiona si la teoría tendrá verdaderos efectos tanto a nivel microevolutivo como macroevolutivo. Esta duda es apoyada por los principales expertos Neodarwinistas.

Otra de las principales críticas proviene de los biólogos evolutivos neutralistas (aquellos que arguyen que la mayoría de las mutaciones son neutrales, es decir, que no afectan a los organismos). Según ellos, las bajas tasas de mutación y la actividad neutral de cada una de éstas dificultaría que se llevaran a cabo las altas tasas de especiación.

Los altos equilibrios o periodos de estasis serían resultados no de la nula actividad del material genético, sino del papel tan fuerte de la Selección Estabilizadora (un tipo de Selección Natural en la cual se favorecen los individuos con características dictadas por los genotipos heterócigos).

El registro fósil, la más fuerte evidencia de la teoría, es muy incompleto y, al contrario de lo que argumentaba Gould, sí presenta grupos intermedios tal como Archaeopteryx lithographica y una gran cantidad de mamíferos con caracteres reptilianos encontrados por paleontólogos en África. Lo que se tiene de fósiles son las partes duras de los organismos y las impresiones que algunas de éstas han dejado. En este sentido, al no contar con muchos registros de invertebrados que digamos (y como consecuencia, el registro fósil no muestra todos los organismos que han existido) la evidencia más fuerte de la teoría se desbalancea.

Actualmente, podemos encontrar críticas filosóficas y epistemológicas sobre la Teoría de los Equilibrios Puntuados. Éstas consideran la teoría como una construcción ingeniosa, aunque desprestigiada debido a lo endeble de su marco teórico.

Hasta aquí se podría quedar esta revisión, pero estudios recientes han retomado esta teoría debido a que se ve verificada en algunos casos por la Genética de Poblaciones (el estudio de los cambios genéticos que dan variabilidad a los organismos de la misma especie). En este sentido, hay excepciones en donde la teoría explica satisfactoriamente algunos casos descritos en Microevolución. Esto ha provocado que alguno puntuacionistas arguyan que si ocurre en Microevolución, esto acarreará efectos a nivel Macroevolutivo, situación que ha generado polémica.

No se ha observado en la mayoría de los casos que los fenómenos microevolutivos acarreen hechos macroevolutivos. Se ha discutido esto desde nivel genético, evolutivo y hasta filosófico y se ha llegado al consenso de que en muchos casos la microevolución no conduce forzosamente a la macroevolución. Por lo tanto, los equilibrios puntuados no explican los procesos evolutivos a nivel macro.

Debido a lo mencionado con antelación, la teoría de Gould y Eldredge ha sido clasificada como una teoría de rango medio. Su explicación de algunos fenómenos microevolutivos pero su incapacidad para explicar los fenómenos macroevolutivos le ha valido esta clasificación.

Para finalizar, la teoría es un buen intento alternativo al Neodarwinismo para tratar de explicar los procesos evolutivos y ha resultado útil en algunos pequeños aspectos de la Genética de Poblaciones. Quizás al final sirva más como complemento a las teorías evolutivas actuales que como teoría rival o alternativa.

martes, 13 de enero de 2009

¿Por qué creemos en los OVNIs?




¿Cree usted en los OVNIs? Esta pregunta lleva intrínsecamente una marcada relación con la creencia (bastante extendida) de que somos visitados por seres extraterrestres. Creo que la culpa se la lleva gente como Jaime Maussán al gritar a los cuatro vientos que objetos extraños que surcan los cielos son prueba irrefutable de la presencia alienígena en la Tierra.

El primer problema que surge a la hora de entender los miles de reportes a lo largo y ancho del mundo, es la falta de fiabilidad por parte de los testigos. Tenemos siempre a gente hablando sobre extrañas luces en el cielo o extraños fenómenos atmosféricos que son interpretados de una manera equivocada y casi siempre son maquillados para darle más dotes de misterio.

Desde el punto de vista científico, no hay pruebas contundentes que nos hagan creer que somos visitados por seres de otros planetas. La mayoría de los reportes pecan de especulativos. Tenemos a ciertas personas que vieron algo. Muchas veces, fenómenos como rayos de bola, globos sonda, meteoritos, transbordadores espaciales, aviones, etc., vistos desde perspectivas y ángulos bastante incómodos, llevan a los testigos a dar sus reportes OVNI. Y eso es solo un aspecto del asunto: No sabemos el número de personas que realmente no han visto nada y se inventan una historia sobre avistamientos para ganarse sus minutos de fama.

Sin embargo, hay todavía algunos extraños fenómenos que no tienen una explicación inmediata. Hace años me tocó ver una especie de meteorito a plena luz del día. En las noticias hubo un reporte de este fenómeno, mas cuando se preguntó al Instituto de Astronomía de la UNAM sobre el asunto, la respuesta fue sencilla: No se tienen datos sobre la posible caída de algún meteorito sobre la ciudad de México. Este tipo de fenómenos tan extraños puede que valgan la pena estudiarse. Quizás hay aspectos de nuestra propia atmósfera que no entendemos o que la ciencia tiene ideas vagas al respecto. Es posible que los físicos tuvieran mucho que decirnos sobre estos nuevos y curiosos acontecimientos atmosféricos.

Siempre he insistido en que los OVNIs son un fenómeno que sí existe y que tiene sus orígenes en fenómenos naturales terrestres. Que todo tipo de gente explote estos temas bajo la falsa lupa de las visitas extraterrestres es una situación más relacionada con la pseudociencia. Hay personas que se hacen llamar ufólogos; por consiguiente, estudiarían los fenómenos anteriormente descritos. Este no es el caso. Vemos a estas personas aparecer en televisión malinterpretando (a propósito en la mayoría de los casos) las evidencias en vídeo o las anécdotas para asegurar categóricamente que los marcianos llegaron ya. Hay mucha gente que les cree, regularmente personas con una incultura científica bastante marcada al grado de que si alguien dice palabras que suenan científicas aunque no lo sean, éstas se creerán sin mayor discusión.

Algo muy divertido es cuando se escucha a los "ufólogos" decir que los vídeos y supuestos análisis de algún caso de OVNIs son pruebas irrefutables que amparan la visita extraterrestre. Lo curioso que si los conocimientos científicos no son irrefutables, menos lo será un vídeo (posiblemente trucado) de algún platillo volador.

¿Cómo trabajan estos “ufólogos”? Regularmente lo que hacen es mezclar palabras científicas con especulaciones para dar a entender que los E.T.s ya rondan por aquí. Muestran en programas de variedades que buscan tener raiting vídeos bastante dudosos sobre alguna supuesta nave espacial, fotografías ambiguas y algo borrosas que fácilmente pueden fabricarse por cualquier aficionado, casos de contactados que sólo platican su experiencia sin mayor prueba material que valga la pena ser estudiada, etc. Este tipo de personas nunca se acerca a la comunidad científica debido a lo endeble de las pruebas mostradas. Asimismo, manejan argumentos autoritarios al decir que si alguien no cree en lo que dicen, es una persona necia y cerrada (esta argumentación funciona muy bien para que el negocio no se les hunda) y gritan sin moderación que existen conspiraciones en cada esquina para ocultar lo que ellos llaman la verdad.

¿Por qué este tipo de personas se enriquece día con día con bastante éxito? Es muy sencillo. A mucha gente le atraen los temas acerca de la vida extraterrestre. Desean de corazón que seamos visitados por inteligencias superiores. Yo veo en estas personas un profundo interés por la ciencia, aunque buscan en el lugar equivocado. Asimismo, podría ser que tienen un gusto aún no descubierto por la ciencia-ficción y todavía no se han dado cuenta que este género literario les puede ofrecer historias mucho mejor construidas que las que pregonan los “ufólogos”.

Dice el psiquiatra y psicoanalista suizo Carl Gustav Jung que la creencia generalizada en los OVNIs traducidos como visitas extraterrestres son una inclinación de la sociedad hacia el pensamiento mágico e irracional. Y continua: El inconsciente colectivo contendría “arquetipos”, imágenes primitivas, primordiales, a las que se recurre en situaciones como la confrontación con la muerte, o la elección de una pareja, y que se manifiestan en los elementos culturales como la religión, los mitos, los cuentos de hadas, y otras leyendas populares.

Carl Sagan, en El Mundo y sus Demonios nos habla sobre la transformación de las creencias populares. Por ahí se menciona que la creencia en platillos voladores y seres alienígenas habitando entre nosotros es una especie de metamorfosis que sufrieron las creencias en fantasmas, vampiros, hombres lobo, brujas, etc. Con el avance de la astronomía y de las especulaciones de científicos sobre la posibilidad de vida en otros planetas, es posible que las creencias del siglo antepasado tomaran formas más acordes a las ideas científicas más interesantes y especulativas de nuestra época.

Es necesario educar a la población desde la perspectiva científica. La labor de los divulgadores es bastante valiosa, aunque insuficiente. Se necesita una alianza entre los escépticos y la gente de ciencia para educar todavía mejor a la sociedad. Es un hecho que todo ser humano tiene la chispa para maravillarse. Los creyentes la tienen por los temas pseudocientíficos. Es menester formatear y redireccionar esta chispa para que despierte maravilla por los temas verdaderamente científicos.

Conéctate a lo Sobrenatural




¿Te has preguntado alguna vez qué hay de cierto en las historias de fantasmas? ¿Y en los relatos de OVNIs y extraterrestres? Si bien es posible que no estemos solos en el Universo y que existan fenómenos que aún no entendemos, la ciencia nos sugiere que por el momento no hay pruebas sólidas que confirmen que hay vida después de la muerte o que los marcianos llegaron ya.

Hoy por hoy, es común ver por toda la Internet una cantidad apabullante de sitios web donde sin nada de objetividad y con bastante maña supuestos especialistas afirman categóricamente que todo tipo de fenómeno paranormal es ya una realidad. Lamentablemente, un sector muy importante de la población no posee las herramientas racionales necesarias para detectar fraudes; aunque no todo está perdido. Existe un sitio en especial en donde colaboran personas interesadas en el escepticismo y el pensamiento crítico; y con solo entrar a http://www.sobrenatural.net/ encontrarás información muy valiosa acerca de la labor escéptica.

En este espacio, encontrarás tanto frases como humor escéptico, enlaces, eventos, asociaciones que combaten el pensamiento mágico y las pseudociencias, así como los retos y premios que estos mismos grupos ofrecen a cualquier individuo o grupo de individuos que sean capaces de demostrar, bajo condiciones controladas, cualquier poder y/o fenómeno paranormal.

Así pues, en el sitio también encontrarás cosas interesantes como noticias, artículos originales, encuestas, una Enciclopedia escéptica paranormal y un grupo de opiniones donde algunos de los colaboradores expresan sus comentarios en torno a lo sobrenatural desde un punto de vista crítico. Además, puedes formar parte de la comunidad de escépticos en esta página abriendo tu propia cuenta.

Tal vez lo más interesante que posee el sitio son los foros en donde como miembro, puedes dar tu opinión y discutir con los demás miembros sobre temas relacionados a escepticismo, ciencia en general, OVNIs y extraterrestres, adivinación, terapias y teorías alternativas, etc.

Esta página web, creada por Lalo Márquez el 21 de septiembre del 2002, es un gran esfuerzo que junto con varios colaboradores, intenta proporcionar al público las herramientas necesarias para entender el funcionamiento de la ciencia. Una vez que accedas, la introducción de Lalo puede que deje huella en ti: “Sobrenatural.net no tiene por objeto decirte qué pensar, como lo hace la mayoría de los sitios con temas paranormales. El objetivo de Sobrenatural.net es ofrecerte las herramientas para que sepas cómo pensar sobre los temas paranormales”.

viernes, 2 de enero de 2009

Un changuito salido del agua


Hay veces en que al observar la gran biodiversidad existente en nuestro planeta podemos darnos cuenta de la gran similitud entre algunos organismos. Compartimos caracteres muy similares a otros mamíferos. Tal es el caso de las cuatro extremidades que nos caracterizan, las cuales reflejan un parentesco con perros, gatos, ciervos, osos, etc. Esto sugiere que los mamíferos compartimos un ancestro en común. A estos caracteres morfológicos se les conoce como Paralelismos. Aquí se presenta lo que los evolucionistas llaman Homologías.

Pero hay casos que pueden inducir confusión. Tal es el caso entre las aves y los insectos. Sendos organismos presentan alas y pueden volar, aunque esto no quiere decir que hayan derivado del mismo ancestro. Cuando dos especies no emparentadas y con distintos ancestros presentan caracteres morfológicos y funcionales similares, a esto se le conoce como Convergencia. Los biólogos en general denominan esto como Analogías.

Regresaremos más adelante a esto conceptos que ocurren a nivel natural. Mientras tanto, no resisto las ganas de contarles cómo los monos han sido objeto para elucubrar las más disparatadas especulaciones.

Yoko Ono, recordada por todos no por su infumable arte conceptual, sino como la viuda de John Lennon, dice que también le gusta entrarle a la divulgación de la ciencia. En una entrevista hace algunos años, comentaba que científicos de la Universidad de... Bueno, no especificaba de cuál Universidad. Un equipo de trabajo comandado por... Perdón, tampoco mencionaba nombres. El caso es que la señora asombraba a unos periodistas al platicarles que científicos de X Universidad habían comprobado que los chimpancés habían desarrollado la tan quemada Percepción Extrasensorial. Para ser más precisos, esos monitos eran telepáticos. Según Ono, cuando los investigadores veían a los ojos a los bonitos changuitos sentían de repente cómo estos animales experimentales les transmitían pensamientos con respecto a comida, agua, necesidad de pareja, etc. Desgraciadamente, no hay ningún solo estudio que ampare esto y todo indica que la señora se había sacado de la manga el supuesto experimento.

Esto viene a colación por una alternativa evolutiva del origen del ser humano que se hizo un tanto popular no por la contundencia de las evidencias, sino por el ingenio con el que se pueden sacar de la manga ciertas especulaciones.

En 1930, a Alistair Hardy, biólogo marino, se le prende el foco al leer un artículo de Wood Jones sobre el metabolismo de algunos organismos marinos. El texto de inspiración hacía referencia a las reservas de grasa que se almacenan debajo de la piel de los humanos y de algunos cetáceos. Hardy pensaba entonces que estas reservas no se habían encontrado en los demás primates y que los otros seres vivos que presentaban esta característica eran los mamíferos marinos. La chispa de la sorpresa no se hizo esperar: ¿desciende el hombre de organismos similares a simios de origen acuático? Su Teoría del Mono Acuático despertó curiosidad y mucho escepticismo en la comunidad científica cuando fue publicada en la revista The New Scientist 30 años después con el sugerente título de Was man more aquatic in the past? (Marzo, 1960, pp. 642-645)

Cuando la hipótesis parecía de pronto desvanecerse en los abismos del tiempo, Elaine Morgan, exguionista de cine, se pone las botas y retoma la idea para buscar toda evidencia posible que pueda verificarla y acallar a los críticos.

Algunos de los argumentos que la hipótesis maneja son que el ser humano no presenta pelaje en el cuerpo al igual que los mamíferos acuáticos. En este sentido, el hombre no tiene relación con los primates terrestres. En vez de que los antecesores del hombre bajaran de los árboles y perdieran el pelaje corporal para evitar el sobrecalentamiento al habitar la sabana, éstos nunca lo presentaron o lo perdieron en estadios tempranos de la evolución debido a su baja efectividad para el aislamiento térmico. Gracias a esto, vendría a aparecer una capa de grasa subcutánea.

Esta grasa que se acumula debajo de la piel sólo se presenta en animales marinos y en el hombre. Los primates con los que el ser humano está emparentado no presentan esta capa y solamente los mamíferos que hibernan tienen reservas de grasa cerca de los riñones para utilizarse como fuente de energía (un tipo conocido por todos es la grasa parda).

El bipedalismo vendría a representar una gran ventaja en los ambientes marinos. Y es que para poder respirar, el antecesor del hombre tuvo que caminar sobre sus extremidades posteriores para poder sacar la cabeza a flote. Asimismo, el ambiente acuático habría beneficiado el desarrollo de la columna vertebral para la deambulación en dos patas.

El control de la respiración mediante el diafragma y otros mecanismos fisiológicos sólo se presentaría en los humanos y mamíferos marinos y no aparece en los primates. La estructura en forma descendente de la laringe también vendría a ser una característica exclusiva de los dos grupos.

La presencia de lágrimas, glándulas sudoríparas y sebáceas distancia al hombre de los primates terrestres y acerca cada vez más al ser humano con los mamíferos que habitan el mar.

Como argumentos del registro fósil, Morgan comenta que los fósiles de Australopithecus afarensis estuvieron recubiertos por lagos y extensiones del mar. Los restos de Lucy, el ejemplar más famoso de esta especie, fueron encontrados junto con huevos de tortuga y cocodrilo.

El principal problema es que los dos autores mencionados no son paleoantropólogos. Su argumentación se basa en pocas observaciones y en perspectivas estrictamente personales.

Los estudios genéticos actuales muestran un parentesco decisivo entre seres humanos y primates (para ser más precisos, chimpancés y gorilas). No hay pruebas en este sentido que emparenten al hombre con los mamíferos marinos más de lo que ya están emparentados con los mamíferos terrestres.

La evidencia fósil con alguna relación a ambientes dulceacuícolas y marinos puede venir a ser más producto de la coincidencia que de la posibilidad de que los Australopitecinos (que engloba a los diferentes géneros de Australopithecus) hayan salido directamente del agua para poblar la tierra. No se cuenta con evidencia que indique caracteres de adaptación a ambientes marinos (por ejemplo, branquias, extremidades con funciones natatorias, estructuras óseas que indiquen adaptación al agua, etc.).

Muchas de las coincidencias en cuanto a caracteres entre seres humanos y mamíferos marinos pueden bien ser producto de patrones evolutivos tal como la mencionada convergencia de caracteres. Los estudios genéticos señalan que la distancia genética entre los humanos y mamíferos marinos es más amplia que entre los seres humanos y los mamíferos terrestres, así que tales similitudes formarían parte de las llamadas Analogías.

La Teoría del mono acuático surge como una interesante curiosidad, pero hasta ahí. Se requeriría de mayor evidencia para considerarla en serio y mientras eso suceda, habrá que aceptar lo que las pruebas sugieren. Mientras tanto, dejemos en paz a nuestros parientes, los primates, y ya no los bombardeemos con cualidades y características que muy probablemente nunca han tenido.

sábado, 20 de diciembre de 2008

De marcianos y pareidolia




Déjeme hacerle un par de preguntas: ¿alguna vez se ha recostado en el césped a observar tranquilamente el cielo y ha encontrado en las nubes formas particulares que le recuerdan imágenes conocidas? ¿Se ha puesto a algún día a observar con detalle el volcán Iztaccíhuatl y se ha percatado de que es posible observar una silueta humana recostada? Si tiene una respuesta afirmativa a estas preguntas, seguramente ha sufrido los efectos bastante comunes de la pareidolia. Pero, ¿es esto una enfermedad o un mal caído del cielo?

La pareidolia es sencillamente un fenómeno psicológico bastante frecuente que consiste en identificar patrones conocidos a partir de formas aleatorias. Al observar un día por las tardes un cielo nubloso, podemos percatarnos de que de pronto una nube tiene forma de rostro humano, de una garra de tigre, de una navaja, etc.; si tomamos una imagen de algún incendio o algo que se quema, podemos observar la silueta del anterior papa o una cara maligna; si de pronto observamos atentamente nuestro pan tostado recién hecho, quizás encontremos alguna figura azarosa que nos recuerde la deidad más socorrida de la región. Las posibilidades son muchas y variadas.

Últimamente uno de los planetas de nuestro sistema solar ha sido el escenario en donde se han conseguido algunas de las tomas más fascinantes sobre formaciones geológicas. Un caso muy sonado ha sido el Rostro de Cydonia. Cuando en 1976 la imagen de un rostro de tipo humano en la superficie del planeta Marte se coló a los medios más sensacionalistas, la enorme cantidad de especulaciones no se hicieron esperar: ¡algunos comentaron que era una pirámide construida por una civilización extraterrestre que forma parte de una serie de edificaciones que son el vestigio de una cultura marciana desaparecida! Los grupos más religiosos se fueron por el lado que más les gustó: es la imagen del anticristo que observa a los humanos desde el planeta rojo (rojo por la sangre del infierno). A pesar de estas afirmaciones más apegadas a la especulación y la imaginación humanas, el asunto es que ciertas formaciones geológicas sumadas a cierto efecto de luz y sombras pueden proporcionarnos ilusiones ópticas. También es necesario hacer notar que en 2006 la astronave Mars Express proporcionó gracias a su Cámara de Alta Resolución (HRSC, por sus siglas en inglés) las imágenes más detalladas de aquella formación geológica en donde se pudo apreciar con mucho detalle la formación geológica de Cydonia. Es necesario hacer notar que desde otro ángulo y con los avances de esta tecnología, ya no se perciben rastros de alguna cara que indique un origen artificial.

La pareidolia puede sacar los deseos más profundos de las personas. Mientras que en Estados Unidos una mujer muy religiosa observa los ojos de cristo en una puerta (la cual está hecha de madera y presenta a los lados dos detalles casi circulares que se asemejan a unos ojos), en 1984 en la Antártida se localiza un meteorito de origen marciano que emociona a más de un científico. Para 1996, tras una serie (me parece que incompleta) de estudios, la NASA da a conocer que en la roca espacial denominada ALH84001 (en honor a Allan Hills, el nombre de la zona antártica en la que se localizó así como al año) había evidencia que sugería que hace unos 3,000 años Marte pudo haber albergado vida microbiana. Esos supuestos fósiles bacterianos fueron la materia prima de una larga serie de reportajes en los que se volvió a hablar con un gran entusiasmo de la posibilidad de vida en otros planetas. Sin embargo, para 1998 un artículo publicado el 16 de enero en la revista Science por investigadores de la Institución Oceanográfica Scripps de la Universidad de California expresaba un enorme escepticismo a los resultados expresados por la NASA. El debate entonces se agudizó. Quizás uno de los elementos que más le daban peso al caso eran algunas imágenes microscópicas de la estructura interna del meteorito donde supuestamente se observaban los mencionados fósiles bacterianos. El problema es que tenemos aquí lo que llamo Pareidolia microscópica: formaciones minerales que nos recuerdan la forma de cierto número de microorganismos. Esto no es nuevo: ya en el siglo XIX se había debatido sobre la presencia de supuestos fósiles de coral que terminaron siendo formaciones rocosas un tanto caprichosas que nos recordaban a aquel invertebrado marino. Actualmente la comunidad científica rechaza la idea de que se hayan encontrado fósiles marcianos microbianos en aquella roca extraterrestre y el asunto tiene mucho mayor relación con la geología y la casualidad que con una antigua actividad bacteriana en nuestro planeta vecino.

Todo esto surge a colación debido al último caso que han explotado los medios: la imagen de la superficie de Marte tomada por el robot explorador Spirit donde se observa una silueta que da a entender que en el planeta rojo los marcianos salen a la superficie sin ningún problema a pesar de las condiciones ambientales tan extremas. En esta imagen podemos observar una serie de rocas un tanto oscuras en donde aún no se ha determinado si aquella figura es una mezcla de varias de éstas sumada al ángulo en el cual se realizó la toma. Desgraciadamente, es una simple casualidad óptica: en Marte no existen las condiciones adecuadas para que se desarrolle la vida. Si algunos me argumentaran que es una forma de vida muy distinta a nosotros que se ha adaptado a ese ambiente tan hostil, yo replicaría que necesitamos más evidencia al respecto. A pesar de ser posible, los casos repetiSobrenaturaldos de pareidolia nos inclinan más por esta sencilla (y hasta mi punto de vista la más coherente) explicación. Al respecto, el astrónomo y escéptico profesional Philip Plait argumenta en su excelente blog titulado Bad Astronomy lo siguiente: La imagen, por supuesto, no es más que otro ejemplo de pareidolia, nuestra disponibilidad a ver patrones en formas aleatorias. Así que esto parece un tipo paseándose por Marte, disfrutando del 0.001 de la presión atmosférica de la Tierra, el 98% de C02 en el aire, el frío más que congelador y, por supuesto, con una altura de cuatro pulgadas.


Publicado originalmente en Sobrenatural.net